lunes, 16 de marzo de 2015

EL REVERENDO JIM JONES Y LA MATANZA DE JONESTOWN

Jim Jones era un visionario y tenía un noble sueño, ayudar al prógimo y defender al débil. Cansado de ver las injusticia cometidas con aquellos a los que la sociedad le daba la espalda. Decidió reunir un grupo de personas y desarrollar el Proyecto agrícola del Templo del Pueblo, una nueva comunidad en donde todo sería diferente, un lugar donde todos serían iguales y encontrarían el respeto y el amor que les había negado la sociedad, no sin antes entregarle al reverendo los pocos bienes y el dinero que tenían sus seguidores.


El primer Templo del Pueblo fue creado en Indianápolis, Indiana (Estados Unidos) en el año 1955. El reverendo Jones y sus seguidores se trasaladaron a Redwood Valley, en California, para defenderse de un ataque nuclear del que podría ser víctima Estados Unidos. Lo que comenzó como un grupo de 140 personas fue disminuyendo durante los años sesenta hasta quedar menos de 100 pero cuando estuvieron a punto de desaparecer Jones creó una filiación llamada "Díscípulos de Cristo" y no solo logró mantener su templo, gracias a la vinculación con la iglesia, si no que extendió su influencia por toda la Costa Oeste.


Llegados a este punto la congregación de Jones volvió a su iglesia principal de San Francisco en 1971 y abrió una nueva en Los Ángeles. Aunque el reverendo había conseguido expandir su iglesia las autoridades y familiares de sus seguidores comenzaban a denunciar las prácticas ilícitas y de programación mental que usaban Jones y sus hombres para saquear a sus víctimas y exprimir hasta el último centavo que tenían. Debido a multitud de escándalos sus seguidores iban descendiendo rapidamente.


Pero Jones tuvo una idea para librarse de las molestias que le ocasionaban familiares y autoridades que iban tras sus pasos. En 1974 alquiló más de 12 kilómetros cuadrados en Guyana (un pequeño país sudamericano que se encuentra entre Venezuela y Brasil) y miembros del Templo del Pueblo comenzaron a construir Jonestown mientras el reverendo volvía a California para animar a la gente a que viajase hacía la utopía que les ofrecía allí en Jonestown. Lo sorprendente de todo es que la comunidad ascendió de 50 miembros en 1977 a superar los 900 en 1978. De saber el funesto destino que les esperaba seguro que no hubiesen creído las viperinas palabras de Jones.


Según testimonios de supervivientes todo el mundo parecía feliz los primeros días en Jonestown y todos creían en Jones y en la construcción de su paraíso en la tierra pero no tardaron mucho en darse cuenta de la realida. Todos los miembros, incluyendo a los niños, trabajaban seis días a la semana en jornadas de más de diez horas al día. Las comidas que se les daban en la comunidad era arroz y legumbres de baja calidad todo lo contrario que el reverendo y sus hombres. Las medicinas eran escasas y solo las recibían aquellos elegidos por el reverendo, más de la mitad de la comunidad padecía fiebres y diarreas debido a esto.


Guardias armados patrullaban día y noche. Cualquier actitud indisciplinaría era castigada, se sabe que a los que intentaban escapar eran drogados hasta incapacitarlos, brutales palizas, abusos sexuales, tratamientos con electroshocks y un "hoyo de tortura" ,donde tiraban a niños para torturarles haciendoles creer que un monstruo vivía allí pero en realidad no era más que un hombre del reverendo. Estas eran algunas de las prácticas habituales en los dominios de Jones.


Poco a poco Jim Jones fue perdiendo la razón y comenzó a desarrollar tendencias paranoicas y a hablar a sus fieles sobre enemigos que querían destruir su sueño y la comunidad. Como prueba para demostrar su lealtad realizaba simulacros de suicidios masivos. Según declaraciones de supervivientes si no realizabas los simulacros y te negabas a tomar las pociones los hombres de Jones te amenazaban con dispararte. Esto era llamado por Jones como "las noches blancas".


Debido a la presión de algunas familias que no sabían nada de sus allegados y al misterio que rodeaba Jonestown. El congresista Leo Ryan viajó a Jonestown, acompañado por una delegación del Congreso y tres periodistas, y el 17 de noviembre de 1978 se entrevistaron con el reverendo.


Lo que en un principio fue una reunión cordial terminó en tragedia. Cuando Ryan se dispuso a abandonar Jonestown, al día siguiente, dijo que cualquiera que quisiera podría volver con él a Estados Unidos. Jones y sus hombres se molestaron mucho y consideraron esto como un acto de traición. Sobre las 15:00 horas el congresista fue llevado al aeropuerto de Puerto Caituma. Allí los hombres de Jones dispararon contra el Ryan y las personas que iban con él asesinando al congresista, 3 periodistas, un desertor e hiriendo a nueve personas más. Los supervivientes del ataque huyeron a campos próximos de la zona.


Después de esto Jim Jones se dio cuenta de que había cometido un grave error y que la situación no tenía arreglo. Había matado a un congresista de los Estados Unidos y estos no se detendrían hasta tener su cabeza en una pica. Fue entonces cuando apeló al suicidio colectivo que tantas noches habían practicado. Explicó a sus seguidores que la comunidad había sido destruida, que sus enemigos nunca se detendrían en su empeño para destruirlos y que era preferible matarse unos mismos a vivir con lo que vendría después. Les prometió que todos se reencontrarían en el más allá.


 Para lograr su objetivo Jones mezcló cianuro con zumo de frutas y lo repartió a toda la comunidad. Algunos tomaron el veneno voluntariamente pero, se sabe por grabaciones que documentaron todo lo ocurrido, que muchos otros fueron obligados a ingerir el veneno. El total de muertos por envenenamiento de Jonestown asciende hasta los 912 de los cuales 250 eran niños, jóvenes e incluso bebés. 



Es un misterio como el reverendo Jones pudo llegar tan lejos sin que nadie le detuviese. Su último misterio fue su muerte, encontrado con un tiro en la cabeza entre dos cuerpos, no se sabe como transcurrieron sus últimos momentos ni quién fue la persona que le disparó.





1 comentario:

  1. Como decía Einstein: El espacio y la estupidez humana son infinitas...

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